viernes, 24 de abril de 2009

Transgénicos


"Mis estatutos guardarás.
No harás ayuntar tu ganado con animales de otra especie.
Tu campo no sembrarás con mezcla de semillas. No te pondrás vestidos con mezcla de hilos”. (Lv. 19:19)

En estos últimos días hemos escuchado y visto en la televisión, informaciones que dicen relación con una enfermedad que se denomina “Listeria”, una bacteria que es capaz de cruzar las barreras naturales de defensa que tiene el cuerpo.

No sé usted, pero yo me he preguntado varias veces como era la salud en los tiempos antiguos, en esos en que se habla en la Biblia. Al parecer, las enfermedades se limitaban a la lepra, las deformidades físicas, que dicho de paso, muchas se debían a accidentes más que a malformaciones genéticas. ¿Cómo entonces nos hemos ido llenando de enfermedades que se transmiten de diferentes formas de persona a persona? No pretendo ser determinante, pero nadie puede negar que la Palabra del Señor es clara y precisa: “Mis estatutos guardarás. No harás ayuntar tu ganado con animales de otra especie. Tu campo no sembrarás con mezcla de semillas. No te pondrás vestidos con mezcla de hilos”. (Lv. 19:19) y también dice: “Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia aumentará”.

Como todas las profecías que encontramos en las Sagradas Escrituras, ésta se cumple hoy a cabalidad, la ciencia y el conocimiento han aumentado a tal extremo que nos han brindado grandes comodidades y soluciones, pero también es innegable que esta ciencia es usada en la búsqueda permanente del hombre por parecerse a Dios. Es así que se han mutado las semillas, mezclándolas entre sí y modificándolas genéticamente para lograr mayor producción (ambición de dinero), del mismo modo se han realizado experimentos con cruzas de animales de diferente especie, para obtener otro con mayor producción de carne, o leche, o lana, etc.; lo que comemos o bebemos ya no es natural en su totalidad, la mano del hombre ha intervenido la majestuosa obra de Dios a pesar de las advertencias que se nos hacen en el libro de Levíticos. La ambición humana por ser como Dios, manifestada ya en el Edén, permanece y nos ha llevado a pasar por alto los estatutos del Señor, si hasta la propia humanidad está siendo intervenida genéticamente: ¡Van a ser padres!! Que bien y ¿ya han pensado si quieren niño o niña? Porque si usted lo desea, ahora puede elegir.

¿Y que tiene que ver todo esto con la listeria? Pues bien, hasta hace no muchos años atrás, los alimentos procesados, eran procesados con métodos naturales, la mano del hombre tenía injerencia en el corte, traslado, verificación de temperaturas, tiempo de maduración, etc., dependiendo del alimento a procesar. Hoy en día se tienen pollos listos para el mercado en 45 días (gracias a las hormonas y procesos genéticos), yogurt en 3 horas, por ejemplo, cuando el proceso normal de crecimiento para un pollo y que vaya al mercado son entre 3 y 4 meses, 24 horas para obtener el yogurt, y los ejemplos sobran. Mi abuelo me contaba que los quesos no se inventaron sino que se descubrieron por casualidad, un viajero árabe, iba por el desierto y como parte de su alimentación levaba leche, con el calor, la leche se descompuso y se separó en suero y lactosa, en palabras simples, se cortó. El viajero la coló, tomó los restos sólidos, los juntó y apretó hasta formar una masa firme que llegó a denominarse queso. No se si será verdad el cuento, pero así se hacen aún los quesos en el campo. Un queso maduro de calidad requiere un año mínimo de guarda, protegido de la luz, para ser puesto a la venta y no 3 meses como los quesos industriales.

¿Son los procesos industriales y los alimentos transgénicos los causantes de los actuales daños en la salud? No necesariamente, pero si lo es la desobediencia a los mandamientos del Señor.

La gracia y la paz de Jesucristo le acompañen siempre. Amén

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