jueves, 21 de mayo de 2009

¿Quién Es Quién?


Lectura de hoy: Ec. 10: 4-8

“Hay un mal que he visto debajo del sol, a manera de error emanado del príncipe: que la necedad está colocada en grandes alturas, y los ricos están sentados en lugar bajo. He visto siervos a caballo, y príncipes que andaban como siervos sobre la tierra”. (Ec.10:5-7)

El texto citado anteriormente, se puede representar también, aunque no con la misma excelencia, en un refrán popular que dice: “Se han visto muertos cargando adobes”, como una manera de expresar que lo que vemos no es lo correcto, que es sorprendente e increíble, que algo como lo que vemos o escuchamos esté sucediendo.

La Biblia en la versión NVI dice en los mismos versículos “Hay un mal que he visto en esta vida, semejante al error que cometen los gobernantes: al necio se le dan muchos puestos elevados, pero a los capaces se les dan los puestos más bajos. He visto esclavos montar a caballo, y príncipes andar a pie como esclavos”. (Ec.10:5-7 NVI)

Quizás usted está viviendo una situación como la que se describe en los versículos precedentes, es posible que sea usted uno de los capaces que, por error de quienes tienen poder de decisión, esté en su trabajo cumpliendo sus funciones en uno de los puestos más bajos y se sienta humillado y menoscabado en sus capacidades. Pero lo peor es que los necios que ostentan puestos altos, se ufanan de lo que no son, de lo que no tienen y de lo que no saben.

Déjeme decirle algo que seguramente usted ya sabe, pero que en momentos de desesperación no ha considerado: los gobernantes, los gerentes, los jefes y otros hierran, pero el Señor Todopoderoso nunca se equivoca y nunca hace nada sin un propósito, por tanto cuando llegue el tiempo señalado por Dios, usted será puesto en el lugar que le corresponde y le será entregado su caballo para que cabalgue entre los necios y les dirija con justicia, amor y sabiduría incentivándolos a crecer y a dejar su necedad buscando el conocimiento y la sabiduría que vienen del Señor.

Por lo demás, nuestro Señor, siendo el Rey de reyes, no entró a Jerusalén montando en un brioso caballo blanco como era la costumbre de la época, sino en un humilde asno (y prestado).

Recuerde mantener su espíritu en alto: “Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido”. (Lc. 14:11) En ese momento se verá quienes son los Hijos de Dios y quienes no lo son.

La Gracia y la Paz de Cristo le acompañen siempre. Amén

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