viernes, 16 de enero de 2009

Examinaos a vosotros mismos

"Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos.
Fíjate si voy por mal camino y guíame por el camino eterno" (Sal.139:23-24 NVI)

Examíname, oh Dios, es a nuestro entender un clamor que debería estar permanentemente en nuestras bocas, saliendo de lo mas profundo de nuestro corazón, para que el Espíritu Santo de Dios y que habita en nosotros, nos guíe por el camino eterno que es marcado por la luz de nuestro Señor Jesucristo. Pero, cuando hacemos este clamor, debemos estar dispuestos a ser reprendidos por el Espíritu Santo, sabemos que cada día recibimos de Él, un bálsamo de amor que todo nos perdona y que de todo nos provee, sin embargo, si nos presentamos delante del Señor con la comodidad de que sea Él exclusivamente quién nos examine, nos exponemos a una reprimenda.

En verdad, antes que nos presentemos para que el Señor sondee nuestro corazón y nos guíe por el camino eterno, debemos hacer un acto de contrición y mirarnos hacia adentro, meditar en nuestro accionar diario y los mandamientos de Dios. Pablo nos enseña lo importante que esto es: "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?" (RV60), dicho de otra manera, primero, deberíamos revisarnos y encontrar con la ayuda del Espíritu Santo, nuestras propias falencias y no habiendo hallado otras que las visibles a nuestros ojos, arrepentirnos de corazón, pedir perdón y entonces concurrir en oración, ante la presencia de Dios para ser examinados, no sea que seamos encontrados siendo víctimas de la tentación.

El Señor bendiga su día. Amén

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