martes, 20 de enero de 2009

No olvidemos a nuestro Dios

Lectura de hoy:Dt.8:11-20

"Pero engordó Jesurún, y tiró coces (engordaste, te cubriste de grasa); entonces abandonó al Dios que lo hizo y menospreció la roca de su salvación." (Dt.32:15 RVE95).

En Chile, la observación y sabiduría popular, hablan en un refrán, de un perro que muerde la mano del que le dio de comer. Este versículo que vemos hoy, nos habla de un toro que engordó, que se llenó de grasa y que luego de estar en esta condición ha decidido dar de coces (patadas) y mirar a menos a quién lo sustentó y dio lo necesario para que alcanzara gordura y capacidad.

Creo que hemos conocido cada uno, al menos un caso de alguien que habiendo estado en la miseria (económica, espiritual, matrimonial, etc.) se acercó a una iglesia y comprometió parte de su tiempo para alabar a Dios, presentar ante Él sus necesidades y seguir sus enseñanzas, siendo en apariencia fiel a su compromiso con el Señor. Sin embargo, en la medida que fueron siendo satisfechas sus necesidades, su tiempo comenzó a ser priorizado en favor del trabajo, viajes, la obtención de nuevas ganancias y por supuesto a disfrutar de lo recibido (¿o ganado diría usted?); amén de olvidar también seguir las enseñanazas del Señor. No se trata aquí de decir que deje de disfrutar de lo recibido, sino que se mantenga el compromiso de fidelidad a Dios, quién ha sido el benefactor que ha permitido el progreso y restauración del amor, la economía, eliminando dolores del alma y físicos, etc. Esta tendencia a dejar el compromiso contraído con Dios, una vez satisfechos, nos lleva a alejarnos de Él y permitir con ello que el enemigo ponga su semilla de maldad en nosotros, haciéndonos creer que todo lo alcanzado ha sido mérito nuestro, producto de nuestro esfuerzo y sacrificio. Nos olvidamos que hay otros que sufren lo que antes sufrimos y les vemos con indolencia, con dureza de corazón, sin siquiera intentar retribuir en ellos, lo que Dios ha puesto a nuestro alcance.

El Señor Jesucristo hizo un sacrificio inconmensurable, para que nosotros, fuésemos salvos de la muerte del pecado y tuviésemos vida y vida en abundancia. ¡No olvidemos a nuestro Dios! Si nos olvidamos de Dios, Él sigue siendo Dios. ¿Qué sería si Él se olvidara de nosotros?

La gracia y la paz de nuestro Señor estén con usted.

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