viernes, 20 de febrero de 2009

Bajo el Yugo del Trabajo


Lectura de hoy: 1ª Ti.6:1-2

“Y los que tienen amos creyentes no los tengan a menos por ser hermanos, sino sírvanlos mejor, por cuanto son creyentes y amados lo que se benefician de su buen servicio”. (1ª Ti. 6:2 RVE95)

En su primera parte (v.1) el texto de hoy, habla de los que están sometidos a esclavitud, pero que aún así deben tener a sus amos por dignos de “todo honor”, para que no sea blasfemado el nombre del Señor y la doctrina. (v.1) Aplicado a nuestros tiempos y en un país como el nuestro, que por misericordia de Dios, no existe la esclavitud, podríamos leer el mismo texto de la siguiente forma: Todos los que están obligados a trabajar bajo las órdenes de un jefe o administrador, tenga mucho respeto por él, para que no se hable mal de Dios y lo que enseñan sus mandamientos.

Lamentablemente en muchas empresas los empleados cristianos no tienen muy buen prestigio; ¿Quizás sea porque no trabajan igual que los demás? ¿O porque son impuntuales, entre otras cosas? ¿O porque los discriminan por su fe? Creo que en la mayoría de los casos es por las dos primeras razones, y tal vez, sólo tal vez, podríamos agregar una tercera: juzgan y discriminan a su jefe por no ser creyente.

¿Y que pasa cuando como trabajadores cristianos, tenemos un jefe cristiano? La tendencia mayoritaria es “subirse por el chorro”, total mi jefe es hermano en la fe y me “tiene que soportar y perdonar” y trabajaré lo menos posible porque él no quiere oprimirme. ¿Y cuando llega el día de cobrar las remuneraciones?, entonces lo primero que recordamos es que: “El obrero es digno de su salario”
Si son benevolentes conmigo y me perdonan, creo que hay algo que no encaja.
Primero: ¿Dónde está al amor a Dios y al prójimo? Por nuestra falta, ambos son ofendidos (Dios y nuestro prójimo) y muchos se alejan de la fe. Segundo: ¿Cuándo recordamos el siguiente texto? “Y cuando estábamos con vosotros os ordenábamos esto: “que si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (2ª Tes. 3:10). Por último tengamos siempre presente lo siguiente: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Col.3:23)

Espero y confío en el Señor, que usted se encuentra entre los cristianos que dan testimonio de su fe agradando a Dios y cumpliendo sus mandamientos.

El Señor bendiga su vida y le de paz a su corazón. Amén

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