lunes, 16 de febrero de 2009

El Efecto del Perdón de Dios

Lectura de hoy: Col.1:3-14

"...Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios". (Sal.51:17)

Hece algún tiempo fue ejecutada Karla Fayce Tucker. Muchos pidieron clemencia para ella. Tenía 38 años, se le condenó por la muerte de dos personas en Houston, Texas. Karla murió por una inyección letal. Pero en el marco de su ejecución, sus últimas frases invitaban a la meditación. Ella dijo "Me gustaría decirles a todos que lo siento muchísimo". Con esta frase procuraba partir la roca de la incredulidad de la gente. Muchos no aceptan el arrepentimiento de quién ha cegado la vida de otros.

La segunda frase fue, "Espero que Dios les dé paz con mi muerte". Con ella, no sólo aceptaba lo inevitable, sino procuraba darle un sentido a su muerte.

Lo tercero que dijo fue: "Ahora voy a verme cara a cara con Jesús". Con estas palabras indicaba que no lo había perdido todo, que había encontrado a quién había vencido a la muerte. Más tarde señaló: "Gracias infinitas a todos, habéis sido muy buenos conmigo". De estas últimas palabras, deduzco que Karla no murió con rencor en su corazón.

La lección ciertamente viene de Karla, y podríamos hasta pensar que cualquiera puede arrepentirse al final del camino. Pero terminar ese camino en paz es asunto de Dios. La verdad que libera viene de Él. Él no hace acepción de personas y con gusto recibe a todo aquel que le busca. Con razón el salmista dijo:
"Al corazón contrito y humillado, no despreciarás tú, oh Dios". Dios no mira lo que mira el hombre, Él mira el corazón. Y el efecto de su perdón es maravilloso.

Eduardo Padrón - Venezuela

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